Dejemos que los Estados devuelvan los fondos federales no utilizados para ayudar a pagar nuestra deuda de $ 18 trillones de dólares.
Después de que fuera suspendido por más de un año, el límite de deuda legal volvió a entrar en vigor el domingo, dejando a los líderes en Washington luchando para asegurar que Estados Unidos pueda cumplir con sus obligaciones financieras más básicas. El Departamento del Tesoro ha prometido tomar “medidas extraordinarias” para evitar el incumplimiento en el pago de esta deuda, pero estas medidas sólo se espera que retracen el problema hasta a finales de este año.
Esto significa que pronto se pedirá al Congreso que eleve una vez más el límite de la deuda, y el presidente Obama y los demócratas del Congreso volverán a resistirse a los esfuerzos republicanos para reducir los gastos. Darán al pueblo estadounidense el mismo mensaje que han enviado durante los últimos seis años: que nuestra tasa de acumulación de la deuda es inofensiva y necesaria.
En realidad, no es ninguna de las dos cosas. La adicción de Washington al gasto irresponsable es el resultado no de una necesidad real sino de una tenaz resistencia a la reforma. Y nuestra deuda de $18.1 trillones de dólares no es sólo un problema para el gobierno, es un problema para el pueblo estadounidense. Agravará nuestra economía hoy y encadenará a las futuras generaciones mañana.
Nuestra deuda de $18 trillones de dólares asciende a casi $150.000 dólares por hogar. Nuestras familias y nuestros hijos tienen la soga al cuello debido a esto. Tal vez la cuenta no nos llegará en el correo, pero si no hacemos nada para cambiar de rumbo, vendrá en la forma de mayores impuestos, recortes en nuestra red de seguridad, menos empleos y menos oportunidades para alcanzar el sueño americano.
Tal vez lo más alarmante de todo es que nos va a costar en la protección y la seguridad nacional. Como el ex Secretario de Defensa Robert Gates dijo: “En algún momento, la insolvencia financiera en el país se convertirá en la insolvencia estratégica en el extranjero.” Y como el ex presidente de los Jefes del Estado Mayor Mike Mullen advirtió: “La mayor amenaza para nuestra seguridad nacional es nuestra deuda”.
Con estos riesgos en mente, ¿cómo debemos pagar nuestra deuda nacional? Algunos dirán que la respuesta es aumentar los impuestos, sobre todo a los ricos. La historia nos ha enseñado dos cosas acerca de este enfoque: uno, que una medida así ni siquiera se acercará a generar los ingresos suficientes para hacer mella en la deuda, y dos, que matará la creación de empleos y el crecimiento económico.
Nuestra respuesta, en cambio, debe ser doble.
En primer lugar, tenemos que reducir el gasto. Esto comienza por la reforma de los dos mayores impulsores de nuestra deuda, que son un par de programas de vital importancia: el Seguro Social y el Medicare. Si se dejan sin reformar, estos programas estarán en quiebra en el momento que mi generación se retire, y van a llevar a la quiebra a nuestra nación en el proceso. Necesitamos reformar el Seguro Social y el Medicare para que estén disponibles para las personas mayores del futuro, y tenemos que hacerlo sin afectar los beneficios de las personas mayores actuales o aquellas que se encuentran cerca del retiro.
Para reducir el gasto, también necesitaremos una enmienda para balancear el presupuesto que obligue a Washington a vivir dentro de sus posibilidades, así mismo hacen falta soluciones de menor escala como la Ley de REEMBOLSO, un proyecto de ley que estoy reintroduciendo hoy y que dará a los Estados la capacidad de devolver fondos federales no utilizados con el propósito específico de pagar la deuda.
La segunda solución para nuestra deuda nacional es el crecimiento económico vibrante. Una economía en crecimiento va a crear más puestos de trabajo, más contribuyentes, y más prosperidad. Es la única manera de obtener los ingresos fiscales que necesitamos para comenzar a alejarnos de los $18.1 trillones de dólares que debemos.
He propuesto una serie de reformas para crear el florecimiento económico. La más reciente es un plan integral de reforma tributaria en colaboración con el Senador Mike Lee. La Fundación Tax encontró que nuestro plan, durante la próxima década, incrementaría el Producto Interno Bruto (PIB) en un 15 por ciento, aumentaría los salarios en un 12,5 por ciento, y crearía casi 2,7 millones de empleos a tiempo completo. Un experto escribió que este plan iba a hacer “más para fomentar el crecimiento que cualquier [código de impuestos] que los EE.UU. haya tenido desde la década de 1920”.
Estos dos objetivos – una reducción adecuada en el gasto federal y un aumento masivo del crecimiento económico – no son simplemente el mejor camino hacia la estabilidad financiera, son el único camino. Si nosotros no luchamos por estos objetivos, la promesa de este siglo pasará de largo. Poco a poco, billón tras billón, nuestra deuda detendrá la inversión del sector privado, matará la creación de empleos y obstaculizará cualquier perspectiva de crecimiento económico. Si no me crees, mira a Grecia.
Alternativamente, si Washington comienza a vivir bajo el mismo sentido común en el que las familias estadounidenses viven, podemos bajar el límite de la deuda en lugar de elevarlo, y podemos recuperar el sueño americano y ponerlo al alcance de más personas que nunca. Nuestros niños cuentan con nosotros para revertir el curso de nuestro país antes de que sea demasiado tarde.
(publicado originalmente el 16 de marzo de 2015, en National Review)
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