(Escrito por los senadores Marco Rubio y Mike Lee. Publicado originalmente en The Wall Street Journal el 22 de septiembre de 2014)
Demasiados estadounidenses creen que el sueño americano está escapando para ellos y sus hijos. Ven que el costo de la vida aumenta, mientras que sus salarios permanecen estancados. Ven una economía que beneficia a los corredores de bolsa, pero no a los empleados de almacén. Ven la escalera de las oportunidades económicas cada vez más arriba y fuera de su alcance.
Esto no es el resultado de una simple recesión cíclica de la economía estadounidense, sino más bien una transformación fundamental. En los últimos años, las viejas industrias han caído, nuevas se han levantado, las habilidades necesarias para los trabajos de altos salarios han evolucionado, y la competencia en todos los niveles es cada vez más global.
A pesar de estos cambios dramáticos, las políticas y prácticas de Washington permanecen atrapadas en el siglo XX, dejando a demasiados estadounidenses sin poder acceder al enorme potencial de esta nueva era.
Si esperamos forjar un nuevo siglo americano, muchas instituciones y programas gubernamentales tendrán que ser actualizados, reformados o reemplazados. Ambos hemos pasado gran parte del año proponiendo dichas reformas.
Tal vez ninguna función del gobierno de Estados Unidos es más anticuada e inoperante que su sistema fiscal, por lo que nos estamos uniendo para proponer un plan de reforma fiscal federal que elimine los obstáculos a la inversión, la innovación, el crecimiento y la oportunidad.
El actual código fiscal cobra demasiados impuestos injustamente, y conspira junto con nuestro anticuado sistema de asistencia social, atrapando así a las familias pobres en la pobreza, en lugar de facilitarles su ascenso a la clase media. Nuestras reformas tratan de simplificar la estructura y bajar las tasas de impuestos.
¿Cómo? Mediante la consolidación de los muchos soportes de impuestos existentes en dos soportes -15% y 35%- y la eliminación o la reforma de las deducciones, especialmente aquellas que benefician de manera desproporcionada a los pocos privilegiados a costa de todos los demás.
Además, nuestro plan eliminaría la muy conocida penalidad de matrimonio, que impone mayores impuestos a las parejas casadas que si se hubieran presentado de forma individual. También pondría en la mira otra perniciosa distorsión –la penalidad del impuesto de padres de familia- que es más frecuente, aunque menos comprendida, incluso por sus víctimas.
Hoy en día, los padres de familia, tienen, en efecto, que pagar doble por los programas federales de ayuda social de alto nivel. Ellos, por supuesto, pagan impuestos sobre la nómina, como todos los demás. Pero a diferencia de los adultos sin hijos, también asumen la carga financiera de criar a la próxima generación de contribuyentes, que crecerán para financiar las prestaciones de la Seguridad Social y el Medicare de todas las personas mayores del futuro.
Esta doble carga oculta a los padres no se compensa en ningún otro lugar en el sistema, por lo que la verdadera reforma fiscal conservadora tiene que tomarlo en cuenta. Los niños no son bienes de consumo, son inversiones que los padres hacen en su futuro, y en el futuro de América, y por lo tanto merecen ser tratados como tal en nuestro código tributario.
Nuestra propuesta tomará esto en cuenta y nivelará las posibilidades para los padres que trabajan, aumentando el crédito tributario por hijo que actualmente es de $1,000, a una cifra adicional de $2,500 de crédito, aplicable contra el impuesto sobre la renta y los impuestos de nómina -es decir, los impuestos de mayor carga para las familias de bajos y medianos ingresos. El crédito no se eliminaría gradualmente, y sería reembolsable contra el impuesto sobre la renta y el empleador y la responsabilidad de impuestos sobre nómina de empleados.
Algunos conservadores que respetamos se preguntan si tal reducción de impuestos para familias podría ser suficiente para promover el crecimiento. Pero vale la pena recordar que el objetivo final de la política económica no es simplemente el crecimiento, sino la libertad –limpiando los obstáculos para que cada estadounidense pueda proseguir en su búsqueda de la felicidad. Millones de estadounidenses, arriba y abajo de la escala de ingresos, optan por invertir su libertad económica personal en los niños y no sólo en el comercio, en capital humano y social y no solo en el capital financiero. Creemos que es un error castigar tal elección.
Nuestro plan también asegurará que el código tributario trabaje en conjunto con el sistema federal de asistencia social, para que los trabajadores de bajos ingresos puedan subir a la clase media sin tener que superar el 80% -100% de las tasas de impuestos marginales. A menudo, cuando un trabajador recibe un aumento de sueldo modesto, más impuestos y prestaciones dejan a esta persona con poco dinero extra en su bolsillo. Poner fin a esta triste realidad implicará la reorganización del Crédito por Ingreso del Trabajo en coordinación con los programas de comprobación de ayuda para personas y familias de bajos ingresos, para crear un sistema de ayuda social que funcione mejor y eliminar las trampas de la pobreza.
Nuestras reformas ayudarían a estimular el crecimiento que el código tributario hoy obstruye. Por el lado de los negocios, reduciría la tasa del impuesto actual del 35% a las compañías para que sean competitivas en la economía global. La tasa exacta se determinará a medida que sigamos dando forma a la legislación, pero debe ser lo suficientemente baja como para poner fin al problema de las inversiones de las empresas y la pérdida de empleos de estadounidenses por otras naciones. También vamos a permitir que las empresas grandes y pequeñas deduzcan sus gastos e inversiones de capital, mientras se integran todas las formas de impuestos fiscales a las empresas en un impuesto consolidado.
Estas reformas eliminarían los impuestos dobles sobre la inversión, y permitirían que las pequeñas y nuevas empresas compitan en mayor igualdad de condiciones frente a las empresas beneficiadas tradicionalmente, que por mucho tiempo han sacado provecho de los regalos del amiguismo que nuestro plan eliminaría.
También vamos a proponer que a las empresas sólo se le podrán cobrar impuestos en el país donde el ingreso se ganó, en lugar de doble impuesto cuando el dinero se trae de vuelta a casa. La forma de revertir las inversiones corporativas y atraer capital hacia el país no es castigar a las empresas por obedecer las leyes anticuadas, sino cambiar esas leyes para hacer de Estados Unidos una vez más el mejor lugar del mundo para buscar la felicidad y lograr el éxito.
En resumen, nuestra propuesta haría más fácil a los estadounidenses encontrar puestos de trabajo y más fácil para las empresas crearlos. Ayudaría a restaurar el movimiento ascendente en la parte inferior de nuestra economía y la competencia leal en la parte superior. Y restablecería la igualdad de oportunidades para los padres de familia que trabajan, la clase inversionista más importante de Estados Unidos.
Passing pro-family, pro-growth tax reform should be a cornerstone of our agenda. The plan we have outlined won’t only help revive the American Dream, but also make it more attainable for more Americans than ever before.
Pasar la reforma tributaria a favor de la familia, y del crecimiento debe ser la piedra angular de nuestra agenda. El plan que hemos esbozado no sólo ayudará a revivir el sueño americano, sino también a hacer que sea más asequible para más estadounidenses que nunca antes.
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