El Internet es el escenario económico más abierto e inclusivo en la historia mundial. Con él, un estudiante en su habitación de la residencia estudiantil es tan capaz de crear un servicio popular como cualquier compañía de mil millones de dólares; una madre soltera diseñando camisetas en su sala de estar puede acceder a tantos clientes potenciales como la mayor tienda por departamentos; y cualquier persona con una gran idea puede pasar por alto intermediarios financieros e ir directamente al público para adquirir capital.
El Internet, más que cualquier invención en la historia, reúne una tormenta perfecta de fuerzas libres del mercado: barreras bajas de entrada, contacto sin trabas entre los consumidores y los proveedores, y la retroalimentación instantánea para las nuevas ideas. Se ha convertido en una exposición próspera del poder de las personas libres que operan en un mercado libre para crear prosperidad y oportunidades.
Como era de esperarse, el gobierno federal quiere estrellar este partido. El reciente plan de 332 páginas de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) para regular la Internet se está vendiendo como “neutralidad en la red”, que es un concepto que existe sobre prevenir a los proveedores de servicios de Internet de crear “vías rápidas” y “vías lentas” para diferentes contenidos. Pero hay varios problemas significativos.
En primer lugar, mientras que el plan de la FCC supuestamente busca prevenir que los proveedores del servicio de Internet (ISPs) tengan favoritismos, lo hace al dar ese poder a otra entidad: el gobierno. Esto es ilógico, sobre todo porque el gobierno federal es experto en manipulación de la economía a favor de los intereses de los poderosos. La respuesta para corregir la injusticia en una economía es aumentar el poder del consumidor, no el poder del gobierno.
En segundo lugar, la cuestión de los proveedores de Internet, creando diferentes carriles de velocidad no es la injusticia que se ha hecho ver. Para empezar, apenas hay casos de este tipo, y cualquier acuerdo que se ponga en práctica tiene las mismas probabilidades de beneficiar a los consumidores al permitir sitios de mucho tráfico para dar cabida a sus visitantes. Esta es la razón por la que el Comisionado de la FCC Ajit Pai, votó en contra del plan, calificándolo como “una solución que no funciona para un problema que no existe.”
En tercer lugar, la función principal del plan de la FCC va mucho más allá del objetivo de neutralidad en la red. Se utilizaría el título II de la Ley de Comunicaciones de 1934 para clasificar a los proveedores de servicios de Internet como servicios públicos. Como escribió el Comisionado Michael O’Rielly “neutralidad en la red es ahora el pretexto para desplegar el título II a un grado mucho mayor de lo que nadie podría haber imaginado hace apenas unos meses.”
Al calificar los ISPs como servicios públicos, se daría una cantidad extraordinaria de poder a través del Internet, incluyendo la discreción de actuar caso por caso, a un consejo no electo y no responsable al que cada grupo de presión, abogado o capitalistas con conexiones que tengan un interés personal en Internet buscarán manipular.
Muchos gobiernos extranjeros están viendo estos movimientos de cerca mientras continúan en su objetivo de un mayor control internacional a través del Internet. La medida no convertiría a Estados Unidos en China o Cuba cuando se trata del control del gobierno sobre nuestras vidas en la red, pero dará a burócratas federales un pie en la puerta para comenzar a destronar las fuerzas del mercado. Y ni una sola vez el gobierno ha conseguido un pie en la puerta de cualquier industria y ha estado satisfecho con dejar de imponer sus criterios.
Mientras que nuestros líderes no pueden ser molestados para arreglar las muchas instituciones en Estados Unidos que están actualmente destruidas, están muy dispuestos a “arreglar” la única cosa en Estados Unidos que funciona mejor. Con amigos como el gobierno, el Internet no necesita enemigos.
A lo largo de este debate, a los estadounidenses se les ha dado una falsa elección: o estás por el plan de la FCC, o estás por un Internet sin ley. Esto representa una visión cínica de los mercados libres y una mala interpretación del papel del gobierno en la protección de estos. Creo que el papel del gobierno no tiene por objeto regular las acciones de unos pocos, sino más bien empoderar a todos.
Es por eso que he buscado esfuerzos bipartidistas para salvaguardar y reforzar la libertad en Internet y la oportunidad en el campo digital. En la última sesión del Congreso, presenté una resolución con la senadora Claire McCaskill (D-Mo.) pidiendo al gobierno federal que se oponga a los esfuerzos internacionales de cederle mayor poder regulatorio del Internet a la Unión Internacional de Telecomunicaciones. La propuesta fue aprobada por ambas cámaras del Congreso.
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